Finalmente me rindo con
el desquite que llevaba materializando en las últimas semanas y me resigno a
hacer un resumen con todas las notas que tenía apuntadas aquí y allá:
Por ir agrupando, podemos
por ejemplo hacer un apartado con las ediciones de la española Xtreem, que
destacó con el primero de Totengott (los Celtic Frost más clásicos pasados por
el filtro del presente con toda la solvencia que pueda reclamar el troglodita
más exigente —UGH!—); el recopilatorio de Neuntoter (totalmente olvidados = muy
buen rescate); The Mortal Horizon de
Desecresy, banda que, añadiendo lo hecho anteriormente bajo el nombre de
Slugathor (porque uno viene a ser una continuación del otro), desde un perfil
bajo y haciendo menos ruido que otras sigue creando una discografía sólida como
ella sola: unos clásicos presentes; también es de destacar, aunque a otro
nivel, Roten Till Allt Ont, de los
suecos Dråp, que hacen gala de un grindcore con una producción bastante
moderneta y ramalazos muy «visibles» de crust-punk, una forma de hacer música
extrema que parece contar con un público bastante amplio hoy por hoy, a pesar
de haber pasado por momentos bajos en décadas pasadas. El de Dråp no es el
álbum del año pero tiene pegada.
Los chilenos Degotten se
marcaron un Hexentrost repleto de
black trhash con melodías guitarrísticas que ya les gustaría a los más fieles
lacayos de Satán. Parece ser que se trata de un estilo que goza de muy buena
forma en ese país, y ahí están también Perversor o Ripper (menos conocidos y
merecedores de toda la atención) para constatarlo. Tenía preparada una
publicación sobre esto para el blog, pero se queda así, por ahora. De Chile y
en otros derroteros (black metal primitivo y caótico a lo Bestial Warlust o
Blasphemy) también hay que destacar a Hades Archer con Temple of the Impure. Ojo con Chile.
Hablando de grindcore,
nadie debería perderse la recopilación de Meth Leppard o el EP Exhumation of Cadavers for Research and
Consumption (pues que aproveche, hombre) de los californianos Posthumous
Regurgitation; Dios Carne de Looking
for an Answer; el EP Your End de
Deathcamp, con un personalísmo sonido, o la demo autoproducida de
FilthxCollins, aunque sea solo por la gracia. Tampoco es que haya escuchado la
de Dios de movidas en este estilo este año.
El 2017 ha tenido una
cosecha de death metal excelente, que diría el señor Burns, en gran parte
gracias a la labor editora de Dark Descent Records. Si el otro día, comentando
el trabajo de Incantation hablábamos de cómo el sonido que ellos originaron se
ha extendido en los últimos años, hasta un punto en que incluso se ha hecho
predecible y ha perdido cierta gracia. Sin embargo, gran parte de los discos
destacables que han salido este año suponen una captura del mismo y también una
reactualización. Death metal oscuro, pútrido y brutal, en una serie de trabajos
con los que uno tiene la sensación de estar escuchando lo bueno de siempre, y
al mismo tiempo algo nuevo, probablemente gracias a que tiene eso de lo que a
veces tantas veces se carece y que resulta tan difícil de definir como: «alma»,
más que a cuestiones de novedad estilística. Ya lo hicieron Blood Incantation
(también en Dark Descent) el año pasado con el legado de Morbid Angel. Podemos
mencionar el Remnants of Expansion de
Krypts, el Dysangelium de Ensnared,
el fantástico Desolate Enscape de
Phrenelith (estos en Extremely Rotten Productions), Engulfed in Obscurity de los turcos Engulfed (Hellthrasher
Porductions) o Eroded Corridors of
Unbeing de Spectral Voice, quizá el más experimental de todos ellos y que
está recibiendo las mayores alabanzas aquí y allá. Recuérdese que todo este
resumen es por la rabia de no dejar todas las notitas que tenía sin usar, pero
cada uno de estos trabajos pesa por sí mismo y a nivel individual tienen más
carácter que Stoichkov. Todos para saborear tomándose su tiempo, mientras nos
pudrimos y los gusanos se van comiendo nuestros desechos para abandonar por fin
este mundo de mierda.
A la buenísima cosecha de
death metal del 2017 y también en Dark Descent Records, podemos añadir el Misantropologi de Undergang, en este
caso con un sonido rítmico e infecto, de cierta querencia punkarra, que
recuerda a unos Autopsy o unos Pungent Stench, por mucho que por ahí se empeñen
en compararlos también a Incantation & Company. Por fortuna, la portada y el
rótulo con el nombre de la banda nos dan pistas muy poco engañosas sobre lo que
nos vamos a encontrar; eso sí, tienen sus ciertos reveses y matices. En
cualquier caso, directo, agradecido y fácil de escuchar (cuando te quieres
enterar, se ha acabado toda la casquería y la diversión). Otro disco
sobresaliente para el 2017.
A la saca de death metal
cerdo, simple y potente, podemos añadir el autotitulado debut de Pig's Blood;
molón, putrefacto y gososo.
Por cierto, no se puede
hablar de death metal de la escuela Incantation en 2017 sin hacer mención a The Graveless Remains, el EP de los
gloriosos Disma. La voz de Craig Pillard sigue dando mucho, mucho miedo, y
Disma sigue siendo una banda de primerísimo orden en el death metal. Sin embargo, por alguna
razón, parece que la mayoría de la gente tiene otros grupos mejores que escuchar, y
es que ya lo decían los Cramps: People
Ain’t no Good.
Con voces femeninas, el
doom death metal de Nostrum, de Vancouver, en Infernal Tomb (en este caso se hace difícil hablar de «disco»,
aunque sea metafóricamente, ya que está editado en cinta o en formato digital y
andando). En el primer tema recurren a la voz limpia, pero nada de las dulces
armonías a las que muchas veces parecen abocadas las féminas en esto del metal,
sino más bien una tendencia mortecina, monótona y espectral, que unida al
estilo sucio, arrastrado y machacón y de temas prolongados de la banda, nos
hacen pensar irremisiblemente en los míticos Thor's Hammer. Aunque a mí me
hubiera gustado que recurriesen más a este estilo vocal, en el resto del álbum
priman las voces guturales. Pero es un apunte personal y lo cierto es que se
trata de un trabajo muy agradecido, lento y pesado pero con pegada. También con
frontman del sexo_débil_sí_ya_ya Succumb (S/T) de San Francisco, con una combinación
de black, death y sludge bien emulsionada, es decir, nada de una parte death
por aquí y ahora de repente una parte black y luego un poco de sludge, sino
todo bien mezcladito y con un sonido coherente y compacto. A mí me hacen pensar
en Dragged into Sunlight, aunque no se trata de una copia ni de un cromo
repetido. Tienen un sonido especialmente sucio y fantasmal, resultado en el que
las voces tienen un gran peso. Son la banda sonora de la pura nada y molan
mucho mucho.
Con sonido cerdo e
incluso algo maquetero también tenemos el death/black metal agresivo y caótico
(más por el sonido que por las estructuras) de Your End y su Le
Sombre Triomphe (ojo, que son dos guajetes de Michigan). En un rollo de
death/black caótico y con un sonido porquil también cabe mencionar Engraved upon Bleached Bone de
Convulsing, aunque con muchos más matices y cambios. De hecho, se trata de una
cancionaca de nada menos que 21 minutos más o menos, del split con Siberian Hell Sounds (ya ves tú qué nombres), que
supuestamente tienen una tendencia más bien black-crust (y grindcore y tal,
aunque yo grindcore veo poco en este trabajo en concreto) y se calcan otro
temarraco de 20 minutos más o menos.
Banished from Time de Black Cilice, cerdo y
desquiciado como él solo; Bunker Ritual
Rehearsal de Funeral Harvest, y, en menor medida, Czarne Otchłanie i Martwe Cienie de Zmora son tres buenos discos
de ese black metal de producción maquetera y portadas en blanco y negro, de
actitud congelada en los noventa (y más en concreto en los clásicos de Darkthrone)
y que, para bien o para mal, siempre va a estar ahí, a veces para que nos
sonrojemos, a veces, como es el caso, para que pasemos un buen rato (ojo sobre
todo al de Black Cilice, guarrería infernal de primer orden).
No
exactamente en esa onda pero casi, aunque más con los pies en el presente que
en el pasado, tenemos el Malediction
de Vassafor; un trabajo potente y guarrote de black metal, muy en la onda del
rollo ortodoxo oscurote tal y como se está haciendo de un tiempo a esta parte,
pero con una tendencia algo cerda y caótica que les da un toque personal. Hay
que darle una oída.
Dos
trabajos que esconden mucho más de lo que parece son el Arrayed Claws de Lorn (y eso que, por alguna razón, no suele haber
bandas italianas entre mis predilecciones) y Paralys de Wulkanaz. Ambos con una etiqueta de black metal que los
define perfectamente y a la vez se les queda escasa, a cada uno a su manera,
ofrecen sendos puñados de canciones marcadas por un estilo personalísimo, que
no se traduce en complicaciones instrumentales ni en enrevesamientos o
mezcolanzas innecesarias. Wulkanaz en una onda más psicodélica (no hay más que
ver la portada), Lorn más en la onda del rollo asonante tan en vogue en la
última década, pero sin sonar a los otros trescientos mil grupos que hay por
ahí sueltos. En ambos casos, creo que los músicos se toman la molestia de hacer
algo que atrapa al oyente, no conformándose con dejar que sea el oyente el que
se tome la molestia de buscar que el disco lo atrape bajo el pretexto de que
hay que hacerse al gusto porque es experimental. Oigan el temazo «Abstract
Trap» y verán de qué hablo. Esto hay que escucharlo, camaradas. Por cierto, que
Wulkanaz sacaron también un EP titulado Boldwughe
en 2017, que no tengo muy escuchado pero que también parece interesante y
distinto, aunque de un modo diferente a Paralys.
Este tiene pinta de ser el típico tío que, si puede, saca todo lo que va
grabando.
Un grupo que también me
gustó mucho este año y parece que se está llevando bastantes flores han sido
Powertrip con Nightmare Logic, en el
que hacen gala de un sonido crossover con una producción muy pero que muy
metalera, sin renunciar por ello a las raíces hardcore (afortunadamente, no hay
doble bombo en este álbum, y esperemos que siga siendo así en el futuro).
Precisamente, los descubrí en los comentarios del video de Youtube de un álbum
de los Cro-mags, porque alguien pedía que le recomendaran bandas similares
actuales. No es que sean superparecidos, ya que son mucho más metálicos, pero
sin duda son la evolución del sonido Cro-mags (y otros) en el 2017. No es su
primer trabajo.
Hay que decir algo del
nuevo de Iron Monkey, sin sorpresas a destacar pero con canciones para gosar,
es decir, lo que se esperaba después de tantos años: el rock’n’roll putrefacto
e infectado de mierda y marihuana con el que saben hacernos mover el cucu. Y
hablando de rock’n’roll infecto, también se marcaron un gran Evil Sound Screamers los Acid Witch.
Esta banda debería gosar de más reconocimiento, porque son muy cracs y porque
saben hacer canciones guays y ser entretenidos al tiempo que dan vida a un
estilo personal como él solo, sin imitaciones baratas ni clichés mal utilizados.
Quizá no son un grupo hecho para un público en concreto y ese sea el fallo.
Ojalá que se jodan los públicos concretos y que Acid Witch puedan forrarse
algún día gracias a su death-jebi'n'roll blasfemo lo-que-sea, opioatmosférico y
gamberro. Y, hablando de rock'n'roll satánico y blasfemo, Midnight saldaron el
2017 con la compilación Shox of Violence,
en la que se incluye el EP del mismo título y un puñado de versiones, todo muy
molón, y con un álbum hecho y derecho, Sweet
Death and Ecstasy. Midnight no han inventado la pólvora, pero merecen (o
más bien merece, así en singular) un
puesto de honor en las filas de satán. Si Venom hubieran sido capaces de traer
su sonido al siglo XXI, serían Midnight. Ni un segundo de aburrimiento;
garantizado. En el rollo black trash jebi whatever,
también tenemos a Malokarpatan, con Nordkarpatnland,
que debe de querer decir algo así como los
Cárpatos del Norte, ¿no? Primero me pasó un poco sin pena ni gloria, pero
volví a escucharlos y valió la pena (esa época en la que el acceso a la música
era muuuucho más limitado tenía sus ventajas, con la cinta que tenías te jodías
y la escuchabas hasta que le sacabas algo). Hay algún punteo de guitarra de
esos que se queda uno pensando si será un homenaje a Iron Maiden o directamente
un plagio. Molan mucho y no hay que dejar que la ridícula portada nos eche
atrás.
Con querencias thrash pero definitivamente black metal (sonido en plan
primera ola) oscuro y agresivo y una portada más old school que los Phoskitos, así es el Storm of Witchcraft de Malleus, que son muy punkies y editan en cassete, o cinta, como se decía. De la
rapidez y los punteos desquiciados de Wind
of wrath/Ire a la siniestra pesadez de Demonology
I, Malleus no han inventado la pólvora, pero se han marcado un trabajo que
ya quisieran tantos paladines de la vanguardia.
Los míticos Fleurety
sacaron su esperado retorno, The White
Death. Lo cierto es que cuando oí el adelanto «The Lament of the Optimist»
me quedé algo decepcionado. Supongo que la discográfica se fue a [lo que algún
lumbreras pensó que era] lo fácil; el caso es que esa canción no muestra todo
lo que hay en este trabajo, que es mucho. Partiendo de una crudeza lofi que nos
remite a un Race of Cain de Forgotten
Woods o incluso a un Goatlord de
Darkthrone (también por la querencia experimental sin grandilocuencias e
incluso algo kitsch), Fleurety nos
sumergen en su mundo raro, en cimentación desde casi el primer momento en que
tocaron el black metal, con su demo Black
Snow y sobre todo con el EP subsiguiente, A Darker Side of Evil, de 1994, una época en que, como en toda
buena obra en construcción, todo parecía novedoso de manera natural. Cuando se
escucha el disco completo, las canciones de adelanto adquieren pleno sentido en
el todo; muy al contrario de lo que las
discos suelen pretender con los adelantos, a saber, que sean un cebo para un
resto de obra no tan cautivador. Muchos dirán, y ya se está diciendo, que se
trata de un disco tosco y aburrido, y entretanto se seguirán tragando lo nuevo
de Satyricon (que hay que decir que da la impresión de que este año han mejorado con
respecto a una larga lista de trabajos anteriores en los que se habían estado
dedicando a aburrir hasta a las ovejas), Sarke (con un trabajo que tampoco está
mal, y que hasta es recomendable para quien se decante por sonidos más jebis y
menos extremos, pero que acaba resultando monótono) o Witchery (a la basura con
esta puta mierda).
Por cierto, otros noruegos que se han marcado un trabajo de
estos que primero te dejan un poco sin saber qué decir (al menos a mí) son
Urarv con Aurum. La primera vez que
lo escuché aguanté poco y me pareció que no me decía nada de nada, pero le he
ido pillando el tranquillo y me va enganchando. Hay algo de Emperor, algo de
los últimos Darkthrone (ya, ya, ¿pero qué últimos Darkhrone?), algo de rollo
vikingo (pienso en Bolzer) y más cosas, todas pasadas por un tamiz de sarcasmo
que al mismo tiempo se toma en serio a sí mismo y que creo que es el secreto de
este trabajo y en general de todo lo que roza el nombre de Dodheimsgard (de hecho,
estoy convencido de que Vicotnik estuvo en Naer Mataron —que, por cierto,
también sacaron álbum en 2017— para reírse de ellos), algo que quizá no había
pillado al principio. De todas formas, aún no me decido; el veredicto final
puede llegar a ser negativo, pero vale la pena escucharlo y hacerse una idea
propia, aunque sea solo porque el disco tiene nombre de cerveza.
De escandinavia pero de pal otro lao son Arckanum y Grav. Los primeros o el primero nunca será(n) cabeza de cartel del Primavera Sound, pero no necesita(n) presentación para quienes ya tienen más de una vueltecita en el mundo del black metal, aunque sea solo por sus portadas, muy personales pero a veces un poco risas. A lo largo de su carrera, Arckanum se ha(n) marcado más de una joyita (destacando el mítico Kostogher), a las que hay que sumar este Den Förstfödde, en el que de nuevo arremete(n) con su black crudo y oscuro para llenar la cabeza de pesadillas a quien no la tenga ya sufiientemente jodida; en esta ocasión con más recurso a tempos lentos en algunos temas, con un carácter hipnótico y cortante, que en anteriores entregas. En teoría, el grupo ya no existe, porque su líder y único miembro va a centrarse en su carrera como autor de obras de espiritualismo nórdico y mitología. Despedida a lo grande. Se puede ir contento, porque digan lo que digan las listas de ventas su nombre queda grabado en piedra en la historia de la música oscura.
Grav es un figura de primera que en el 2017 se marcó sendos discos completos (Projektioner af Dod y Tomb of Agony, para ser más exactos) y un EP (Fordaervet Djaevelskab), además de una compilación que circula por ahí, creo que de sus demos. Tiene mucho mérito atreverse a sacar dos trabajones y un trabajín de una tacada el mismo año. A este tío le gustan las melodías macabras y fantasmagóricas, y básicamente a demostrarlo con ahínco se aplican en estos trabajos. Si hubiera que destacar alguna diferencia, diría que Projektioner tiene un sonido menos sucio, menos reverberativo, mientras que Tomb of Agony (y también el EP), aunque siempre con base en las atmósferas espectrales, recurre más a la pegada, a la potencia, pero son dos caras de la misma moneda y ambas obras se ubican en un mismo modo de entender el black metal; no se trata de la obra de un autor que no se decide y opta por sacar su obra en distintas partes según el patrón por el que esté marcada. La sonoridad de base es la misma y habiendo disfrutado uno, se puede ir al otro con los ojos cerrados. Sir N. el pavo de Grav, sabe qué sonido quiere y, al menos este 2017, no le hace falta más.
El split de Werderanger y Urfaust vino pequeño pero matón. Muchos de
los seguidores de Urfaust no llevan muy bien sus últimos trabajos, así que debe
de ser que no habían entendido (y mira que estaba claro) que de Urfaust es
mejor no esperar absolutamente nada e ir digiriendo lo que nos vayan soltando.
Lo que sería imperdonable (obviamente) es un cambio orientado al dólar, pero de
momento, de eso, nada de nada. No conocía a Werderanger y me han gustado. El split casi funciona como un solo trabajo
con dos partes diferenciadas, algo así como el Low de David Bowie.
Y junto a Urfaust diría
que van muy bien (DOLCH) con An den Mond, un ¿EP?, ¿single?, que en fin, constituye una
suerte de psicodelia medieval pasada por el filtro el dark folk y ruido
guitarrístico de fondo. Mola bastante, son de Alemania, y no había oído hablar
de ellos en mi vida.
Y
también en cosas raras, aunque no tanto, podemos meter el Mirror Reaper de Bell Witch, que ya apuntaban muy buenas formas con
el Longing, con el que yo los conocí,
pero que aquí se superan. Dicen que si sludge que si funeral doom que si tal
que si cual; a mí lo de Bell Witch me parece muy difícil de definir; hora y
media dividida en dos, atención, dos temas de progresión en intensidad
ritualística para escuchar del tirón, con alguna voz gutural y alguna voz
limpia aquí y allá.
Quienes se mantienen en
muy buena forma, contra todo pronóstico, son Blut Aus Nord. Y escribo «contra
todo pronóstico» porque después de años y años de demostrar puntualmente la
buena forma de su creatividad, uno espera que en algún momento den el tropezón
y la creatividad (o el buen uso de la misma) se acabe; así de retorcidillos
somos. Deus Salutis Meae explora unas
sonoridades lofi y minimalistas (ojo, siempre hablando de Blut Aus Nord, es
decir, lofi y minimalistas a su manera) que ya habían tocado en Codex, pero que aquí despliegan en forma
de largo y con un mayor despliegue de matices y detalles. Hay un poco de la
asonancia marca de la casa, un poco del pluscuamperfecto MoRT y un mucho de la visión rica, compleja, enredada y poco
ortodoxa que Blut Aus Nord tienen del black metal. Crearon un estilo que hoy
por hoy tiene imitadores como setas, ninguno de los cuales los ha superado y de
los que muy pocos les llegan al nivel. Eso sí, como todo en esta vida, tiene
sus detractores. Que los follen.
En un rollo entre lo
asonante y el desquicie instrumental y ubicados en un extraño limbo entre el
death y el black (aunque se los etiqueta más bien como death metal), por
cierto, se han marcado Ulcerate un Shrines
of Paralysis con Relapse que quita el hipo. Oscuro, agresivo y retorcido
como una granizada en un día de picnic. No gustará a quienes solo disfruten de
las auténticas y genuinas imitaciones eslavas subproducidas de Darkthrone; el
resto de seres humanos se encontrarán con una joyita buena, y es que Relapse, a
pesar de todo, nos sigue dando muy buenas sorpresas.
Este año también nos
trajo desgracias, entre otras, a los Cyhra del señor Jesper Stormblad, que en
fin…
Una curiosidad a
mencionar es el de Sinnerangel, un álbum que descoloca un poco para mal, pero no sé si será que es porque, al final, lo
de entender las letras (se les ocurrió cantar en castellano y que encima se
distinga lo que dicen) no será un jándicap en esto de las extremidades sonoras
(por decir, porque extremos extremos superextremos no es que sean).
Premio también a Eximperituserqethhzebibšiptugakkathšulweliarzaxułum,
por tener el nombre más absurdo de la historia, además del más difícil de leer
(mirad el logo y decid si no), y mira que era difícil. Hay que decir que ya
tienen años a sus espaldas, pero yo los descubrí con el EP que sacaron en 2017.
Un grupo que me habría
gustado comentar en más profundidad y que aún puede entrar en este compendio de
lo extremo, por primohermanamiento, son Rope Sect, con su especie de metal
gótico, rock'n'death o como se quiera llamar, un estilo que hacía tantos años como pasaron desde mi adolescencia que
no me daba algo que me atrapase. Sacaron su primer álbum este 2017, y aunque no
es un trabajo redondo, tiene bastantes temazos y se escucha de un tirón
bastante bien. Tampoco desentonarían en este compendio Bloodlust de Body Count o Post Self de Godflesh, que parecen estar, a pesar del paso del tiempo y de Jesu, en estado de gloria.
Hasta aquí (que ya es
bastante) dan las notas que había ido apuntando a lo largo de 2017, con la
intención de ir escribiendo comentarios y críticas individuales o en grupos más pequeños
sobre todos estos trabajos/bandas. Cuando decidí ponerlo todo junto para que no
fuese trabajo (o afición) perdido(a) —y esta era la única intención para haber
escrito toda esta parrafada, no ofrecer otra lista con lo mejor de 2017 ni un
resumen del año, aunque lo acabe siendo—, también era mi objetivo tenerlo listo
antes de que terminase el año, pero no acababa de darlo hecho, por eso algunos tramos pueden parecer escritos como si 2017 aún no hubiese acabado y, de hecho, aún estuviésemos en él,
pero no, 2017 ha muerto y ahora solo queda dedicarle un buen temita death.