jueves, 27 de febrero de 2014

Drácula no es...



¿qué es entonces, Drácula? Drácula es una historia de no-madres que devoran quizás niños, es una metáfora de la eterna lucha del bien y del mal o de la eterna e imposible lucha del hombre contra la muerte, Drácula es la muerte, con sus limitaciones y sus poderes sobrenaturales, Drácula es una oración a San Jorge que se repite en su día desde lo más profundo de Inglaterra, es una historia de amor, claro, amor condenado, amor con sufrimiento, como tiene que ser el amor con mayúsculas desde que el cristianismo decidió sobre nuestro modo de amar y en él se impuso, es la historia de un cornudo demasiado pusilánime para salir bien parado de un duelo entre caballeros, es la terrible asociación de lo erótico y el mal, los principios de Sade aceptados como fórmula pero rechazados como forma de vida, es el principio y el fin de la novela gótica y de la leyenda de los vampiros y de las formas de vida victorianas y un hervidero para películas futuras que serán realizadas con mayor y menor fortuna, obras de arte que existen gracias a obras de arte, una mota de polvo en la inmensidad del universo impreso.

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