martes, 3 de marzo de 2015

cuando acabaron de acusar a sus compañeros, el capitalismo todavía estaba allí

De un tiempo a esta parte, algunas personas han descubierto ciertas cosas sobre el funcionamiento de nuestra sociedad y cómo el poder se refleja y distribuye en ella hasta en los elementos más nimios y, sorprendidas, indagan en ello, lo que es bueno. Por otra parte, observo que no pocas de estas mismas personas, quizá imbuidas por el entusiasmo, nos llaman a la atención a otros e incluso nos dan lecciones bienintencionadas, como si no fuera posible que alguien se hubiera planteado ya antes esas cuestiones y el resto solo pudiéramos ser o compañeros de recorrido u ovejas descarriadas a las que hubiera que instruir.

Igual que en los partidos comunistas tradicionales la discusión sobre el materialismo dialéctico acaba ahogando el verdadero debate (por explicarlo de forma simple y simplista), la corrección política mal entendida se hace ahora con los espacios de conversación político-social a cualquier nivel, de forma que una laxitud nimia en las formas (que muchas veces no es debido sino al simple hecho de que en ocasiones se trata de ir a lo que en ese momento y discusión específica -no en lo general, ojo- importa) se ve asaltada por la imposición de esa corrección política mal entendida, al igual que en esos casos, ahora que tanto se departe en las redes, en los que un acento mal puesto es aprovechado por quien prefiere atajar la discusión (evitarla, en el fondo) para discutir sobre acentos, en lugar de sobre temas, aunque sea de sobras conocido que el asesino ortográfico en cuestión tenga un perfecto dominio de la lengua (lo que, sin embargo, es puesto en duda por los guardianes de la moral, en este caso la moral ortotipográfica).

De esto es de lo que hablaba Zizek en En defensa de la intolerancia, aunque paradójicamente sea un autor muy citado por los nuevos defensores de la moral (las modas se solapan, aun en contradicción).

Da igual que hablemos de marxismo, postestructuralismo revolucionario o de izquierdas, feminismo, lucha por los derechos de la comunidad LGBT, ecologismo y un largo etcétera; siempre habrá una «ortodoxia», consciente o inconsciente de su papel, que además lo será más por un deseo implícito de imposición que por una verdadera fidelidad ideológica.

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