ayer oí a alguien decir que Kind of Blue de Davis era un disco de difícil escucha. no se trataba de una queja, sino de la declaración de un seguidor de la música de Davis y el jazz en general. es cierto que se trata de un disco cuya complejidad técnica ha sido ya en numerosas ocasiones puesta de manifiesto por la gente que entiende, tratándose ya de una cuestión canónica, pero eso me trajo a la cabeza esa confusión que hay entre complejidad técnica y la dificultad de acceso a una obra dada, sea musical o de otra naturaleza. la cuestión es importante, porque a veces se desanima al profano a acercarse a cosas que en realidad no le resultarían necesariamente complicadas. lo cierto es que no hay una correlación entre complejidad técnica y dificultad de escucha, y si a alguien le cuesta Kind of Blue entonces es que le cuesta el jazz, pues no se me ocurre nada mejor para empezar con el jazz que el Kind of Blue (hablo de un abordamiento ahistórico, puramente melómano). si no te entra eso, difícilmente vas a encontrar otra puerta de acceso; otra cosa sería hablar de la dificultad del jazz en general, pero eso es otra cosa y el Kind of Blue tampoco está a la cabeza en esa liga de más reducida dimensión. pero hasta aquí se trata en gran parte de mi opinión personal frente a otra opinión personal, lo que a mí me interesa es recalcar esa inexistencia de una relación entre complejidad técnica y complejidad de acceso y tratar de esclarecer algunas cuestiones objetivas al respecto, pues esa idea tan arraigada es en gran parte culpable de que el común de las personas no se acerque a grandes obras que fueron hechas para ellas (pues fueron hechas para el mundo), cuando no se utiliza como argumento para directamente desanimarlas a ello y continuar conservando ese secreto hermético en manos de unos pocos elegidos. un ejemplo de trabajo musical de reducida complejidad técnica (podemos hablar de pobreza, y para muchos de insulto, incluso) sería cualquier trabajo de Whitehouse, y sin embargo no creo que haya cosas más difíciles de oír que un disco de Whitehouse para quien se acerca por primera vez a una sonoridad X; es decir, que la sonoridad de escasa complejidad técnica (que no conceptual) de Whitehouse o de la música industrial en general resultaría horrible para un profano. no creo que haya nadie incapaz de escuchar All Blues hasta el final, pero hay mucha gente que a los 10 segundos de Edward Paisnel pediría horrorizada e incluso temiendo por su salud auditiva que alguien parase eso. es decir, insisto: no hay correlación entre complejidad técnica y dificultad de [en el caso de la música] escucha. otra cosa es el trabajo crítico que se pueda desarrollar a partir de una obra dada en virtud de su complejidad técnica, y que la misma dé lugar a manuales y manuales y manuales analítico-críticos, pero al que solo pretende disfrutar, esos manuales se la pueden perfectamente traer al pairo; no tienen nada que ver con la dificultad o facilidad de escucha.
si le doy vueltas a esto no es por algo tan pueril como que
haya escuchado una opinión con la que no estoy de acuerdo y sienta la necesidad de
demostrar o argumentar mi punto de vista en contra a
posteriori, sino porque esa idea de lo técnico como inaccesible me parece
nociva, alienante, y es esa idea la que hay que difuminar y no la de distinción
entre Alta Cultura y Baja Cultura a la que se hacía mención en una de las
actualizaciones anteriores [ojo, sin querer decir que no sean unos conceptos o
una dicotomía que hay que mantener sujetos a revisión, constantemente a poder
ser], para que el público general sepa que Kind
of Blue también es suyo y que no tiene que conformarse con Gran Hermano o 50 sombras de Grey. Hay un mundo más allá
que no debe darnos miedo, por muchas elucubraciones técnicas y hasta incomprensibles
que se lleven a cabo respecto al mismo.
de alguna forma, consigo relacionar estas
ideas sobre el Kind of Blue, el jazz o la complejidad con esa
actitud que tantas veces nos encontramos del tipo: «Yo no entiendo de poesía»,
«Yo no entiendo de cine», «Yo no entiendo de música», que suelen acompañar de
seguido tantas veces a un «Me ha gustado, pero…». es increíble cómo una sociedad
tan exigente, en la que se nos pide continuamente que seamos los mejores en
todo, se nos inocula sin embargo la idea de que no tenemos ni puta idea de nada
con tanta facilidad. es curioso también que esto solo ocurre cuando hablamos de
acercamientos al mundo de la cultura. ¿alguien ha oído a alguien decir «Yo es
que no entiendo de política», «Yo es que no entiendo de geoestrategia», «Yo es
que no entiendo de historia». eso no lo vamos a oír, porque el poder sabe bien
dónde quiere que se encuentren nuestros intereses [y no es que quiera que nos interese la política, pero no me explayaré con esto] y en qué quiere que se vaya
el poco tiempo libre que nos queda después de chuparnos la sangre en jornadas
de un mínimo de 8 horas.
por supuesto que siempre hay niveles de
conocimiento, pero si ves cine como un cabrón y tienes una opinión sobre el
cine y sobre lo que te gusta y no te gusta y por qué, entonces entiendes de cine
al menos tanto como cualquiera que no esté capacitado para dirigir una película.
por supuesto, alguien capaz de dirigir una película, por cuestiones objetivas
de naturaleza técnica, tiene que saber más sobre cine que alguien que no cuenta
con esos conocimientos técnicos; pero ni siquiera eso le inviste de una mayor
capacidad crítica o de un mejor gusto, aunque desde luego añade una dimensión a
sus observaciones sobre una obra dada. lo mismo se puede decir, con sus
particularidades, de la poesía, la música, etc.
se vio también estos días con los
comentarios acá y acullá sobre los candidatos a los Oscar, los galardonados,
etc. el mundo pareció dividirse entre quienes «entendían» y quienes «no entendían».
la opinión técnico-crítica y la del simple consumidor. insisto, por supuesto
que hay niveles de entendimiento y comprensión de una cosa dada, que se
concretan básicamente en las herramientas con que se cuenta para su
abordamiento [y que no tienen tanto que ver con el hecho de conocer un montón
de nombres y datos, como también se asume popularmente, aunque saber nombres y
datos pueda ser un indicio de que el tema se controla—pero que muchas veces es
solo un indicio de que un montón de nombres y datos se controlan—], ¿pero
responden generalmente esas asunciones de «quién es el que entiende» y «quién
no» a una serie de razones objetivas reales*?
uno de los grandes problemas de la cultura
no es su inaccesibilidad, sino la apariencia de la misma celosamente custodiada
por sus guardianes, que el ciudadano de a pie asume, pues le llevan inculcando
que así es el orden de las cosas desde, por lo menos, que tiene uso de razón.
por eso había que «entender» a Lorca en el instituto y no volar con él. por eso
la gente cree que no «entiende» de poesía y la rehúye, cuando no hay nada que
sea más de la gente que la poesía. o que la música, ya puestos.
en este pequeño texto he esbozado algunas
ideas que podrían irse ellas solas por los cerros de Úbeda, pero la desazón de orden «interno»
[en un primer momento escribí aquí «intelectual», pero he preferido no dar lugar a malentendidos] que me llevó a hacer estas elucubraciones llega hasta aquí.
que no nos engañen.
que no nos hagan conformarnos.
que no nos hagan pensar que somos tontos.
*Hablar de razones
«objetivas reales» puede parecer una redundancia, pero escojo el término frente
a lo que podrían ser razones «objetivas» a secas. por ejemplo, el hecho de que
alguien tenga un blog sobre crítica literaria o incluso de que escriba algún
artículo sobre literatura en algún periódico local, podría ser visto como una
razón objetiva de que esa persona es una autoridad en el tema y hasta se puede
tomar por tal. añado, pues, el adjetivo de real, para referirme a una razón
objetiva de esa naturaleza que además tenga un reflejo en la realidad, es decir,
que se muestre y manifieste más que como argumento autorreferencial.
Estoy de acuerdo en lo primero, la complejidad técnica no tiene nada que ver con la dificultad de acceso. La música electrónica dura, tipo hard techno, drum n bass, etc., no es compleja técnicamente y cuesta mucho escucharla debido al nivel de abstracción y reiteración rítmica que presentan. No obstante, te garantizo, por experiencia personal, que la gente es incapaz de entrar en música que rompe los compases dentro de la canción (jazz, math rock, etc.). Están tan acostumbrados a la constancia del 4/4 que lo que se aleja de eso "no es música" o "no tiene melodía" o "es un caos".
ResponderEliminarEn desacuerdo con la otra reflexión. No creo que existan autoridades en nada, pues se dan casos de gente que es experta en X y realmente no tiene ni idea del tema. La cantidad no da la calidad. Me he podido leer todos los libros de X y haber escrito un ensayo sobre ello, pero eso no impide que mis capacidades de percepción sean nefastas. En realidad es una falacia (¿"falacia cuantitativa"?). Esa tendencia a aceptar que la cantidad es un valor a considerar está incrustada en todas las dimensiones de la sociedad y la cultura (hasta en el mundo académico más elitista) y es un error. Una persona muy sensible y perceptiva puede sacar más partido a un texto de X que otra que se haya leído la obra completa y haya escrito un libro sobre ella.
por tu respuesta con respecto a la segunda parte creo que no has entendido el texto (o yo no he sabido exponerlo con claridad), que precisamente trata de ser una puesta del grito en el cielo en contra de las cátedras en materia cultural y de su asunción por el general del público consumidor de cultura en cualquiera de sus formas.
Eliminargracias por interesarte y por comentar.
un abrazo,
PopSub.
Ok :)
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