Después de unos cuantos años (2009 fue el
año de lanzamiento de su anterior completo, y no es que se hayan liado a sacar
minis ni cosas parecidas en todo este tiempo) vuelven a la carga los asesinos
satánicos de canguros, con una obra a la altura del nombre que se han ganado a
base de oficio, y es que Destroyer 666 son una de esas bandas que no viven de
un par de álbumes, sino que se han encargado de parir una obra sólida, en la
que algunos discos son mejores que otros, pero en la que no ha habido ningún momento
musical del que avergonzarse. Es de imaginar que el hecho de que, aparte del
propio K.K. Warlust, la formación sea completamente distinta a la de aquel
álbum de 2009 tenga bastante que ver en la demora, y quién sabe si no habrán
estado a punto hasta de desaparecer, lo que habría sido una pena, pues
Destroyer 666 están llamados a ser unos Mötorhead del Black Metal, unos
abueletes cañeros con una extensa obra a sus espaldas, dispuestos a demostrar a
todos los pringaos que les vengan por detrás que no hay ninguna excusa para
dejar de ser honestos.
La música contenida en Wildfire es 100 % Destroyer 666, aunque
quizá con una tendencia más jebiorra (atención al gorgorito con el que se abre
la parte vocal del álbum), o thrashera si se prefiere, y en particular con un
sonido a Venom descarado (diría que suenan a unos Venom del siglo XXI, pero en
pleno siglo XXI los Venom siguen en activo, suenan como suenan, y ya podían
tomar nota del señor K.K. Warlust), pero ojo, que Destroyer 666 son Destroyer
666 y vienen de donde vienen, así que no van a ponerse ahora a hacer un disco
de thrash metal ochentero como tantos que se llevan haciendo desde hace ya unos
añitos. Si no se mantuviese el legado del black metal noventero ya no podríamos
afirmar que se trata de una obra 100 % Destroyer 666, como decíamos antes que
es; por otra parte, al hablar de thrash y de Venom no se quiere decir que ahora
les haya dado por ponerse a hacer discos de jebi-punk rockanrolizado. Se trata
más bien de que priman ciertos ritmos, ciertas escalas, ciertas melodías… La
guitarra principal de Live & Burn,
por ejemplo, es completamente Venom, y casi apetece ponerse a gritar «lay down
your soul to the gods rock’n’roll!» al escuchar su melodía. Wildfire, sexto corte del álbum y el que
le da título, es probablemente el más thrashie, y eso no puede ser casualidad. Pero
Destroyer 666 no se han olvidado de los medios tiempos de corte épico-trallero
y las melodías de guitarra gélidas y cautivadoras con que siempre han deleitado
a su público, y hasta consiguen meter un tercer corte instrumental (Artiglio del Diavolo) que no suena a
relleno, como suelen hacerlo la mayoría, sino que atrapa al oyente con sus cadencias
melódicas a toda pastilla hasta que sin darse cuenta ya está con el cuarto.
Aunque no es raro que Destroyer 666 metan
estribillos hímnicos dignos de cualquier destrucción luciférica aparejada al
consumo ingente de cerveza, es notable que en este Wildfire lo ponen en práctica con cada uno de los números musicales
(9 en total), lo que hace muy amena su escucha (porque están hechos con
bastante buen gusto). Se trata de estribillos muy a la Manowar, banda que es,
diría yo, la otra gran referencia de Wildfire
junto a Venom (obviando que estamos escuchando un disco de black metal, ojo).
En este aspecto, el último tema es bastante significativo. Esto significa que
meten bastantes voces normales, pero no las típicas que tan bien metían Emperor
o Ulver y con las que tanto se ha acabado cansineando al respetable a lo largo
de los 2000 (en 2007 hasta un álbum como The
Apostasy tenía que contar con su momentín de voces normales en Inner Sanctum, o, mismo año, el Rom 5:12 de Marduk, aunque en este caso
con la excusa de contar con un cantante invitado, en el tema Accuser / Opposer); pena que un recurso
tan chulo, que quedaba tan bien usado en el momento preciso y de forma
dosificada haya acabado tan trillado, a base de meterlo por meter.
Volviendo a donde estamos, es destacable
el hecho de que ninguna canción de este álbum suena a relleno: cualquiera de
ellas podría amputarse para una recopilación para el coche o para la práctica
del running satánico.
Perfectamente a la altura de Unchain the Wolves o Phoenix Rising. Probablemente nadie
ponga este álbum en el número uno de una lista de lo mejor del año, pero ya veremos
si no merecerá estar entre los 10 primeros (todavía tienen que salir muchas
cosas, pero yo lo pongo en la lista en cuarentena sin dudarlo, vaya). De mano y
digan lo que digan, Wildfire ya le
quita el puesto de álbum de black metal del año 2016 a la última cagarrutia del
pesado de Abbath.
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