En el año 2005, el
economista Steve Keen estableció un modelo matemático para preveer la inminente
crisis económica cuyos efectos aún sufrimos, aunque llevaba advirtiendo sobre
esta probabilidad desde los años 90 (el mérito de 2005 estuvo en la modelización matemática), trabajo que le valió obtener el
Review Award for Economics en el año 2010, lo que no redundó, como sería de
esperar en el seno de una disciplina verdaderamente científica, en una revisión
mayoritaria de las tesis vigentes y de las propuestas de Keen. Se podría
decir que el punto de inicio o la génesis de este libro estaría en la pregunta:
¿Por qué solo algunos economistas advirtieron sobre la posibilidad de un
estallido de las burbujas seguido de una gran recesión y por qué se les hizo
oídos sordos en el propio entorno de la profesión económica? La respuesta de
Steve Keen es sencilla: la economía imperante es poco menos que una
pseudociencia cuya principal preocupación es legitimarse a sí misma antes que tratar de desentrañar los auténticos mecanismos de la economía y establecer
unos fundamentos empíricos para la disciplina. La explicación de esta respuesta
no es tan sencilla, y es lo que da forma a las 740 páginas (sin incluir
bibliografía) de este libro.
La lectura de La
economía desenmascarada puede hacerse ardua en algunos momentos, porque
frente a otras obras de crítica a la economía hegemónica, pone en segundo plano
los argumentos sociológicos, filosóficos, etc., para atacar a la economía clásica
en su propio terreno (o el que se pretende que es): las matemáticas y la presunción
científica. No obstante, Steve Keen tiene un gran mérito a la hora de hacer
accesibles los a veces complejos argumentos sobre los que trata de levantar su
crítica. Tener una base de matemáticas ayudará bastante; también tener
nociones de ciencias sociales; sin embargo, diría que cualquiera al que le
interese obtener un punto de vista científico de la disciplina económica extraerá
lecciones muy importantes con la lectura de este libro.
De hecho, La economía desenmascarada puede
funcionar muy bien como manual de mano de economía, pues abarca temas epistemológicos,
históricos, formales… Se podría argumentar que tiene un discurso propio
demasiado pronunciado como para ejercer de manual, pero, como el propio Keen
critica, todos los manuales tienen, de hecho, un sesgo bastante pronunciado, aunque se hagan esfuerzos para que no parezca así; este, al
menos no engañaría a nadie en cuanto a sus intenciones.
Algo que me ha gustado
especialmente es que ataca a la escuela neokeynesiana, junto a la neoliberal (a
la que se suelen limitar los críticos más politizados y menos versados en
economía o en escuelas económicas), que serían la cara y la cruz de la economía
neoclásica y compartirían fallos epistemológicos graves de base, a saber, la
«metafísica económica» (aunque Keen en ningún momento utilice el concepto de
«metafisica») del «equilibrio perpetuo», la «perfección de los mercados», la
«mano invisible», etc.; metafísica que tratan de fundamentar a través de la
matemática, es decir, la matemática no al servicio de lo que quiera que sea la
economía, sino al servicio de lo que apriorísticamente se ha decidido que es:
¿puede haber algo menos científico? Podría dar la casualidad de que en su errático
camino hubieran dado con fórmulas que sean ciertas, pero Keen, lejos de conformarse
con esta crítica general, va desmontando las principales teorías de estas
escuelas una por una, como ya se ha dicho, con herramientas empírico-matemáticas.
Las advertencias que se suelen hacer sobre los neoliberales, Keen las traslada
también al grupo de los neokeynesianos. Esto causa alegría a quien suscribe, que siempre
desconfió de Krugman y compañía y los vio como la izquierda maquillada de esa
extrapolación del bipartidismo que sería la economía mainstream. Es fastidioso ver cómo una gran mayoría de quienes, de
un tiempo a esta parte, critican el bipartidismo en política, rinden pleitesía
a maese Krugman (principalmente) y a otros del mismo corte. Steve Keen pone, en
este sentido, las cosas en su sitio, y, tan solo por esto, su lectura pasaría a
ser directamente obligatoria (como cualquier lectura crítica con los relatos
hegemónicos lo es).
Tiene
el problema de que sus postulados pueden disgustar a gran parte de su público
potencial. Por un lado, le da un profundo repaso a Marx, lo que no gustará a la
ortodoxia acérrima; por otro lado, la crítica de la economía se trata de una crítica desde dentro, no
necesariamente anticapitalista (ni lo contrario). Todo aquel que reniegue de
cualquier tipo de revisionismo o de cualquier análisis que no sea esencialmente
revolucionario, encontrará que La
economía desenmascarada es un ejercicio de intelectualismo pequeñoburgués.
Una pena, pues contiene analíticas y claves esenciales para desentrañar y
comprender la economía capitalista (y sus fallos funcionales), algo que no
puede dejar de ser importante para quien desea o trata de construir una
sociedad mejor.
Respecto
a la academia económica, donde Keen tendría un potencial lector muy potente, el
estudiante medio de economía tendrá que librarse de una serie de axiomas con
los que le han lavado el cerebro antes de aceptar las premisas de Keen, lo que
no es tarea fácil.
Por eso
lo de que una gran parte del público potencial de Keen puede mostrarse, de hecho,
reticente ante su libro. Sería una pena que así sucediese, porque las lecciones
de Keen son demasiado importantes como para que se pierdan en el limbo.
Con respecto a la cuestión
del marxismo, Steve Keen cita a Marx con profusión a lo largo de todo el libro,
y afirma que se trata de uno de los economistas no neoclásicos más importantes
junto con Schumpeter, Fisher y Keynes (página 536; se sobreentiende que por el
momento histórico para el que hace la afirmación, aún habría que añadir a Hyman
Minsky y a Schaffra). Cuando en el capítulo 17 comienza con la deconstrucción y
crítica de la economía marxiana, el autor afirma que va a tratarse más de una
crítica a los marxistas y lecturas de Marx que al propio Marx; sin embargo, a
lo largo del capítulo parece irse ensañando gradualmente, cada vez con más
ahínco, hasta poner en duda el pretendido cientifismo de Marx (frente a los
socialismos utópicos), por el hecho de haber fallado en su predicción del
advenimiento inminente del socialismo. Esto último es bastante injusto si
tenemos en cuenta que el cientifismo de Marx no se reduce (o no se debiera
reducir) a dicha predicción y que su influencia en el desarrollo de todas las
ciencias sociales ha sido y es aún importantísima, independientemente de los
credos políticos (que se lo digan, si no, a Marvin Harris, o a Mario Bunge, que
en su libro Epistemología lo menciona
como el iniciador de un método científico en las ciencias sociales, junto a
otros como Cournot o Walras, a pesar de las muchas y fuertes críticas que este
autor mantiene frente al marxismo como escuela de pensamiento [Mario Bunge, por
cierto, al menos en los últimos años, incluye la economía en el grupo de las
pseudociencias]). Se podría colegir que Steve Keen busca quitarse de encima un
posible sambenito que mancharía con ideología su crítica arrolladora pero empírica
a la economía dominante.
Sea como sea, La
economía desenmascarada es un libro obligatorio para quien sienta interés
por el análisis económico, por la metodología científica o científico-social, por
la forma en que se construyen los discursos hegemónicos o simplemente por el modo
en que funciona el mundo en que vivimos.
Como pega, decir que estaría bien que, en futuras
ediciones (si no las hay, el mundo está oficialmente descerebrado), los editores
se planteen incluir un índice alfabético al final, pues el grosor del volumen y
la profusión de nombres convierten la ausencia del mismo en una carencia grave.
Traducción de Álvaro G.
Ormaechea, con revisión de Francisco Prieto. Mucho mérito.
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