lunes, 5 de septiembre de 2016

'La economía desenmascarada', de Steve Keen.



En el año 2005, el economista Steve Keen estableció un modelo matemático para preveer la inminente crisis económica cuyos efectos aún sufrimos, aunque llevaba advirtiendo sobre esta probabilidad desde los años 90 (el mérito de 2005 estuvo en la modelización  matemática), trabajo que le valió obtener el Review Award for Economics en el año 2010, lo que no redundó, como sería de esperar en el seno de una disciplina verdaderamente científica, en una revisión mayoritaria de las tesis vigentes y de las propuestas de Keen. Se podría decir que el punto de inicio o la génesis de este libro estaría en la pregunta: ¿Por qué solo algunos economistas advirtieron sobre la posibilidad de un estallido de las burbujas seguido de una gran recesión y por qué se les hizo oídos sordos en el propio entorno de la profesión económica? La respuesta de Steve Keen es sencilla: la economía imperante es poco menos que una pseudociencia cuya principal preocupación es legitimarse a sí misma antes que tratar de desentrañar los auténticos mecanismos de la economía y establecer unos fundamentos empíricos para la disciplina. La explicación de esta respuesta no es tan sencilla, y es lo que da forma a las 740 páginas (sin incluir bibliografía) de este libro.
            La lectura de La economía desenmascarada puede hacerse ardua en algunos momentos, porque frente a otras obras de crítica a la economía hegemónica, pone en segundo plano los argumentos sociológicos, filosóficos, etc., para atacar a la economía clásica en su propio terreno (o el que se pretende que es): las matemáticas y la presunción científica. No obstante, Steve Keen tiene un gran mérito a la hora de hacer accesibles los a veces complejos argumentos sobre los que trata de levantar su crítica. Tener una base de matemáticas ayudará bastante; también tener nociones de ciencias sociales; sin embargo, diría que cualquiera al que le interese obtener un punto de vista científico de la disciplina económica extraerá lecciones muy importantes con la lectura de este libro.
De hecho, La economía desenmascarada puede funcionar muy bien como manual de mano de economía, pues abarca temas epistemológicos, históricos, formales… Se podría argumentar que tiene un discurso propio demasiado pronunciado como para ejercer de manual, pero, como el propio Keen critica, todos los manuales tienen, de hecho, un sesgo bastante pronunciado, aunque se hagan esfuerzos para que no parezca así; este, al menos no engañaría a nadie en cuanto a sus intenciones.
Algo que me ha gustado especialmente es que ataca a la escuela neokeynesiana, junto a la neoliberal (a la que se suelen limitar los críticos más politizados y menos versados en economía o en escuelas económicas), que serían la cara y la cruz de la economía neoclásica y compartirían fallos epistemológicos graves de base, a saber, la «metafísica económica» (aunque Keen en ningún momento utilice el concepto de «metafisica») del «equilibrio perpetuo», la «perfección de los mercados», la «mano invisible», etc.; metafísica que tratan de fundamentar a través de la matemática, es decir, la matemática no al servicio de lo que quiera que sea la economía, sino al servicio de lo que apriorísticamente se ha decidido que es: ¿puede haber algo menos científico? Podría dar la casualidad de que en su errático camino hubieran dado con fórmulas que sean ciertas, pero Keen, lejos de conformarse con esta crítica general, va desmontando las principales teorías de estas escuelas una por una, como ya se ha dicho, con herramientas empírico-matemáticas. Las advertencias que se suelen hacer sobre los neoliberales, Keen las traslada también al grupo de los neokeynesianos. Esto causa alegría a quien suscribe, que siempre desconfió de Krugman y compañía y los vio como la izquierda maquillada de esa extrapolación del bipartidismo que sería la economía mainstream. Es fastidioso ver cómo una gran mayoría de quienes, de un tiempo a esta parte, critican el bipartidismo en política, rinden pleitesía a maese Krugman (principalmente) y a otros del mismo corte. Steve Keen pone, en este sentido, las cosas en su sitio, y, tan solo por esto, su lectura pasaría a ser directamente obligatoria (como cualquier lectura crítica con los relatos hegemónicos lo es).
Tiene el problema de que sus postulados pueden disgustar a gran parte de su público potencial. Por un lado, le da un profundo repaso a Marx, lo que no gustará a la ortodoxia acérrima; por otro lado, la crítica de la economía se trata de una crítica desde dentro, no necesariamente anticapitalista (ni lo contrario). Todo aquel que reniegue de cualquier tipo de revisionismo o de cualquier análisis que no sea esencialmente revolucionario, encontrará que La economía desenmascarada es un ejercicio de intelectualismo pequeñoburgués. Una pena, pues contiene analíticas y claves esenciales para desentrañar y comprender la economía capitalista (y sus fallos funcionales), algo que no puede dejar de ser importante para quien desea o trata de construir una sociedad mejor.
Respecto a la academia económica, donde Keen tendría un potencial lector muy potente, el estudiante medio de economía tendrá que librarse de una serie de axiomas con los que le han lavado el cerebro antes de aceptar las premisas de Keen, lo que no es tarea fácil.
Por eso lo de que una gran parte del público potencial de Keen puede mostrarse, de hecho, reticente ante su libro. Sería una pena que así sucediese, porque las lecciones de Keen son demasiado importantes como para que se pierdan en el limbo.

Con respecto a la cuestión del marxismo, Steve Keen cita a Marx con profusión a lo largo de todo el libro, y afirma que se trata de uno de los economistas no neoclásicos más importantes junto con Schumpeter, Fisher y Keynes (página 536; se sobreentiende que por el momento histórico para el que hace la afirmación, aún habría que añadir a Hyman Minsky y a Schaffra). Cuando en el capítulo 17 comienza con la deconstrucción y crítica de la economía marxiana, el autor afirma que va a tratarse más de una crítica a los marxistas y lecturas de Marx que al propio Marx; sin embargo, a lo largo del capítulo parece irse ensañando gradualmente, cada vez con más ahínco, hasta poner en duda el pretendido cientifismo de Marx (frente a los socialismos utópicos), por el hecho de haber fallado en su predicción del advenimiento inminente del socialismo. Esto último es bastante injusto si tenemos en cuenta que el cientifismo de Marx no se reduce (o no se debiera reducir) a dicha predicción y que su influencia en el desarrollo de todas las ciencias sociales ha sido y es aún importantísima, independientemente de los credos políticos (que se lo digan, si no, a Marvin Harris, o a Mario Bunge, que en su libro Epistemología lo menciona como el iniciador de un método científico en las ciencias sociales, junto a otros como Cournot o Walras, a pesar de las muchas y fuertes críticas que este autor mantiene frente al marxismo como escuela de pensamiento [Mario Bunge, por cierto, al menos en los últimos años, incluye la economía en el grupo de las pseudociencias]). Se podría colegir que Steve Keen busca quitarse de encima un posible sambenito que mancharía con ideología su crítica arrolladora pero empírica a la economía dominante.
            Sea como sea, La economía desenmascarada es un libro obligatorio para quien sienta interés por el análisis económico, por la metodología científica o científico-social, por la forma en que se construyen los discursos hegemónicos o simplemente por el modo en que funciona el mundo en que vivimos.
            Como pega, decir que estaría bien que, en futuras ediciones (si no las hay, el mundo está oficialmente descerebrado), los editores se planteen incluir un índice alfabético al final, pues el grosor del volumen y la profusión de nombres convierten la ausencia del mismo en una carencia grave.

Traducción de Álvaro G. Ormaechea, con revisión de Francisco Prieto. Mucho mérito.

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