martes, 25 de noviembre de 2014

Intelectualismo de postureo


Aunque no estoy de acuerdo con quienes tratan de extrapolar los argumentos del ensayo Chavs de Owen Jones a la realidad española, ya que la estructura socioeconómica del Reino Unido es, hoy por hoy, bien distinta de la de España (muchos años de Tatcherismo encima), parece claro que la existencia de la cultura «choni» actúa como catarsis para los elementos sociales con un nivel cultural medio, entendiéndose que hablamos de gente con una carrera universitaria (no necesariamente de una clase socioeconómica por oposición a los «chonis» que representarían un estrato socioeconómico diferente si nos acogiésemos al análisis de Jones, con lo que yo no estoy del todo de acuerdo para el caso de España, mientras que en el Reino Unido es algo claro). Si no en origen, seguro que en la actualidad, programas como Gran Hermano, o mejor aún Gandía Shore, tienen un importante componente de recreación en la miseria intelectual del «choni»: su incultura, su frivolidad, su falta de miras y de perspectiva... No se trata de puro entretenimiento a costa del otro, de unas simples risas con causa en la idiotez ajena (lo que ya de por sí sería triste); el percibir estas características en el otro refuerza, además, la idea fundamentada o infundamentada de que nosotros carecemos de ellas, de que formamos parte de una élite intelectual, en el sentido de cultivada, educada, culta.

Este «chonismo» asemejable a ignorancia crónica parece además preocupar como un mal endémico a los mismos individuos que disfrutan con sus peripecias, que por otro lado se echan las manos a la cabeza ante un estado de incultura cada vez más generalizado (en una interpretación, por otro lado, terriblemente positivista sobre lo que es cultura/incultura), en una actitud a veces demasiado paternalista que por lo demás no suele hacerse preguntas demasiado complicadas sobre la sociedad que ha generado esto o aquello. Si la incultura, en cualquier caso, es un problema generalizado, tiene una solución tan simple como política, pero mucho me temo que a quien gusta esta sociedad, con todo lo que ello implica, en el fondo, le gusta como está. Entretanto algunos se limpian la conciencia emulando una especie de lucha dialéctica con las altas esferas y las instituciones.

Esta extensa introducción para introducir el fenómeno que personalmente me preocupa bastante más que el «chonismo»: el del intelectual frustrado o de pose, que tiene precisamente su origen en esa clase educada y que es mucho más nocivo para el pensamiento ilustrado que cualquier «choni» de pura cepa. En primer lugar habría que reflexionar sobre la forma en que se ha desprestigiado el concepto mismo de «intelectual», hasta el punto de que, desde hace tiempo, se utiliza el término como intrínsecamente despectivo (y no por parte de «chonis», precisamente), y sobre por qué esto puede haber llegado a ser así. Yo no tengo duda de que, independientemente de la parte de responsabilidad que pueda tener el mundo académico, que probablemente es bastante, el que gana con esta conceptuación de las cosas es el poder. Con el desprecio a la cultura siempre gana el poder. Dejo la reflexión aquí, porque indagar en la respuesta también daría para bastante, y ahora no es el asunto central. Sí me gustaría apuntar que una sociedad igualitaria no sería esa en la que los intelectuales no existen, pues como élite han debido desaparecer, sino aquella en la que todos seamos intelectuales, como bien sabían en los poco sospechosos de posmodernos ateneos obreros.
En segundo lugar habría que reflexionar sobre la idea que también parece muy arraigada entre la clase educada de que todas nuestras filias y fobias han de tener una base intelectual firme. Si a alguien, por ejemplo, no le gusta la filosofía, parece carecer de suficiencia intelectual como para decir: «la filosofía no es algo que me guste, no la entiendo o no conecto con ella y por lo tanto no la cuento entre mis intereses y paso del asunto»; no basta con eso, porque quizá parecemos sospechosos ante nosotros mismos de esa miseria intelectual que nos regocija constatar en los «chonis», por lo que parecemos sentir la necesidad de desprestigiar eso que se nos escapa: «la filosofía no me gusta porque es para "intelectuales", es abstracta y en el fondo no dice nada, es para gente a la que le gusta perder el tiempo, es para gente amiga del postureo», etc. Hay miles de ejemplos en la literatura o en el cine, siempre más sujetos, por razones claras, a la subjetividad. Las personas con una licenciatura (por utilizar la carrera como rango distintivo de la élite intelectual que se opone a lo «choni») y un alto concepto intelectual de sí mismas no parecen sentirse capaces de decir: «me encanta Star Trek y me aburre Kubrick y no hay más», parecen sentir la necesidad de justificarse y la única justificación que parecen encontrar es la de demostrar que en realidad lo que normalmente se considera elevado es de imbéciles... de «intelectuales». La justa medida está en Star Trek, que además ya no es un mero producto de entretenimiento más o menos bien hecho, sino una obra excelsa, frente a las pobres producciones de serie B (lo que es peor y constata la calidad de lo que es mejor) y frente a la cultura del canon (que es pedante, un timo). Star Trek es la justa medida de todas las cosas. Esta incapacidad de disfrutar las cosas en sí, la necesidad de buscar una coartada intelectual, es nociva por necesidad.

En el entorno social de las clases cultas (tal como las hemos definido) y en conexión directa con los dos fenómenos que acabo de describir (el desprestigio de lo intelectual y, paradójicamente, la necesidad de justificar intelectualmente nuestras tendencias y preferencias estéticas) han aparecido en los últimos años una serie de iluminados que bien podrían definirse como intelectuales frustrados o de postureo. Son personas para las que el mismo helado que comen los demás, el mismo videojuego al que juegan los demás, el mismo tebeo que los demás leen, la misma película de mierda con la que los demás pasan el rato son fuerzas estéticas mayores, y le explican al mundo el cómo y el porqué por si este estuviera demasiado absorto para haberse dado cuenta. Se trata de individuos (de perfil más o menos definido) con pretensiones intelectuales que sin embargo no están dispuestos a hacer el esfuerzo que se requiere para engrosar las filas de aquellos académicos de los que hablábamos antes, por lo que deciden amoldarse a la misma vida que tienen los demás (lo que es en sí perfectamente respetable) e intelectualizarla. Si antes existían los poetas que no escriben, aquellos cuya obra poética es su propia vida, ahora, gracias a este grupúsculo existen también los intelectuales que no inteligen. Utilizo el término «intelectual» para definirlos porque así es como ellos, tanto si lo admiten como si no, según el caso, se consideran; los pongo en relación con el desprestigio del concepto de «intelectual» o de «lo intelectual», porque odian con todas sus fuerzas lo que está establecido como tal (y que no deja de remitir a la banalidad de lo que ellos hacen, recordándosela con su mera existencia) y nada les gustaría más que aplastarlo bajo su martillo de pobreza dialéctica, a pesar de que no dudarán en citar al mismo Derrida si es necesario en su enésima conversación sobre los cómics de Spiderman de Stan Lee o del último misterio de las pirámides, con el único fin de epatar a su interlocutor y de confirmar su intelectualidad a través de dicho efecto y no de una construcción intelectual/argumentativa trabajada y que en ese sentido pudiera resultar admirable. Sin embargo, tampoco dudarán en responder, si en otro contexto se les pregunta si han leído a Gombrowicz, que eso es para «intelectuales». Gombrowicz no es Derrida y su nombre suena suficientemente poco familiar como para poder atacarlo sin «quedar mal» (que es otra de las bases filosóficas profundas de la actitud –porque cabe más hablar de actitudes que de pensamientos– del intelectual frustrado). Para el intelectual frustrado no existe aquello que no ha leído, visto, oído o vivido por falta de tiempo, por prioridades o por puro desconocimiento. Lo que no ha pasado por sus manos es simplemente porque no valía la pena que pasara, no siendo pocos los casos en los que la razón de tal falta de interés es que se trata de algo para «intelectuales».

El intelectual frustrado es como un trasunto de esteta que, en lugar de buscar lo excelso, exige al mundo que asuma como tal aquello que él ya tiene entre las manos. El intelectual frustrado escupiría sobre todo aquel que disfrute tratando de desentrañar lo que se esconde en los textos de Foucault o de Barthes, pero no duda en utilizar su terminología (vaciada de todo contenido, pues no hay contenido sin comprensión y la comprensión lleva algo más de cinco minutos) aplicada a toda clase de contextos que ni la necesitan ni la piden. Un videojuego no puede ser una estupenda experiencia de entretenimiento sin más, sino que el intelectual de postureo no se conforma con menos de que sea (realmente o verbalmente, tanto da) una vivencia artístico-sensorial que pone en un nuevo nivel de paroxismo el mundo tal y como lo habíamos conocido hasta el momento. Lo mismo para una película de zombis. Y que se cuiden los incautos de observar que no hay más de lo que se ve, pues la reacción será furibunda y a la terminología semiótica se sumarán un puñado de adjetivos que a este tipo de intelectual también le resultan herramientas dialécticas muy útiles.

Es este intelectual frustrado o de postureo, que no parece preocupar a quienes dicen preocuparse por la miseria cultural del país, el verdadero peligro para el futuro intelectual del mismo (nótese las distintas connotaciones y usos de que la palabra «intelectual» se ha investido a lo largo de este mismo texto y se tendrá una idea más o menos aproximada del cacao que tiene esta gente en la cabeza), pues no me consta que el desprecio a la academia (que sin duda tiene sus propios problemas) o la prepotencia en el aprendizaje y el desprecio hacia el conocimiento ajeno e incluso hacia cualquier cosa que a uno se le escape esté en los genes de los llamados «chonis». No me consta, vaya, que los «chonis» sean enemigos declarados o tan siquiera tangenciales del proyecto ilustrado de una cultura elevada y generalizada al conjunto de la sociedad; mientras que el intelectual frustrado o de postureo no dudaría en destruir todo un mundo de pensamiento, para que ya no quedase ni rastro el día de mañana, para que en el futuro La guerra de las galaxias no sea entretenimiento para hacer volar la imaginación de los seres humanos, sino la única y verdadera carrera universitaria, que ellos, entes superiores que la llevan estudiando en todos sus aspectos (intertextual, semiótico, histórico, holístico, metatócateloshuvosístico) durante gran parte de su vida, serán sin duda encargados de impartir, por fin engrosando las filas del conjunto social de la intelectualidad, que siempre han odiado tanto. Entretanto seguirán opinando sobre cualquier cosa como si de cada una de ellas fuesen expertos, excepto, eso sí, de todo lo que es de «intelectuales».

El que suscribe no tiene duda de que compartiría barra de bar mucho más a gusto con un «choni» que con uno de tales intelectuales frustrados o de postureo, y de paso así poder hablar de las películas de zombis, de La guerra de las galaxias o del Spiderman de Stan Lee como se habla de lo que ha sido hecho para entretenerse, no para lucirse.

Jesús N.

10 comentarios:

  1. Hola :)
    Quería comentar un par de cosillas.

    Entiendo la idea de "el desprestigio de lo intelectual", como que, por ejemplo, le hablas de Derrida a alguien y te dice que es algo intelectual. A mí me parece una postura comprensible siempre y cuando la persona no se coloque por encima de eso y sea humilde de acuerdo a su ignorancia.

    Por otro lado, es interesante eso que mencionas de la incapacidad de disfrutar las cosas sin buscar una coartada intelectual, que sería como no poder decir que me gusta el helado de fresa si detrás no hay un filósofo alemán que respalde mi juicio.

    Supongo que el resumen del post sería que un choni no es consciente de lo que ignora y no adopta una postura de superioridad basada en la ignorancia, sin embargo, el intelectual de pose sí que adopta una postura de superioridad siendo consciente de que ignora muchas cosas. No sé si estoy en lo correcto.

    Más allá, supongo que la queja va por todos esos que se sienten intelectuales sin haber hecho el esfuerzo de, como tú has dicho, "inteligir".

    Creo que sería interesante hablar del concepto del "Otro" (la reafirmación del yo en los ojos de los demás) y del fenómeno que se está dando actualmente que es una especie de diferenciación sin esfuerzo intelectual, basada en la proyección de una imagen. En definitiva, creo que estás hablando de eso ¿no?

    *Dos apuntes, con humildad... "Derrida" no lleva tilde y "Wombrowicz" es con "G" inicial.

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    1. Todavía hoy, después de tanto tiempo, me estuve aplicando a las correcciones necesarias indicadas... ains, el tiempo, el tiempo.

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  2. Hola:

    Apuntado lo de las correcciones y voy a ello en un minuto.

    En tu tercer y cuarto párrafo haces más o menos un buen resumen de lo que quiero decir, sí.

    Aunque creo que lo has entendido, el helado de fresa es mal ejemplo, porque ahí estamos entrando en un terreno ultrasubjetivo y no hay cánones establecidos para la apreciación de los sabores de los helados (aunque pongo el ejemplo del helado de chocolate en mi texto, porque tengo la impresión de que estos intelectuales paleros de los que hablo y que abundan, a falta de excusas más complejas llegan a hablar con la mayor de las pedanterías de hasta, efectivamente, el sabor de un helado de fresa). Me gusta más el ejemplo Kubrick-2001 frente peliculacha científico-futurista espectacular. Es un fenómeno que creo que se da particularmente entre gente formada en letras (diría que a un físico se la suda mucho más tener o no tener ciertos gustos, y con esto no quiero decir que entre la gente de ciencias no haya personas que optan por cultivarse y mucho en el terreno de las artes y las letras, pues conozco a unos cuantos). Todos sabemos, entre otras cosas porque nos lo han inculcado, que por la razón que sea 2001 es película de culto, un antes y un después en la narración cinematográfica (con lo que yo, por cierto, estoy de acuerdo) y que otros ejemplos de cine de ciencia-ficción (o ya de paso de acción, de terror, etc.) son sin embargo muestras de cine banal. Por eso, creo yo, cuando descubrimos que no conectamos con lo de Kubrick, teniendo cierta formación y ciertas ideas inculcadas, parece que tenemos constricciones al decirnos a nosotros mismos que no lo acabamos de pillar, y si encima nos encanta el cine que sabemos que se considera de inferior nivel, ya no te quiero contar; incurrimos entonces en una inversión dialéctica por la que Kubrick es una estafa vacía de contenido –y su público un atajo de borregos pedantes– y ciertos ejemplos del cine que más nos gusta y que se considera de inferior nivel es, en realidad, cine de la mayor calidad. Para que esta inversión vaya a buen puerto, además, necesitamos que haya otro cine que sea verdaderamente de calidad inferior, que sería, por ejemplo, el cine de serie B y Z, incluso admitiendo que tenga sus propias virtudes. Al final esta gente trata de venderte que el culmen del arte está en la justa medida que ellos tratan de imponer, por debajo de la pedantería huera de Kubrick y por encima de los tristes intentos de la Troma. Y yo me pregunto, si mencionar a Derrida para hablar de literatura se puede considerar pedante (que personalmente no lo creo, por supuesto), ¿habrá algo más pedante que hacer la crítica de una puta peli de entretenimiento –o ya puestos de un cómic, de un videojuego...– como si se tratara del David de Miguel Ángel?

    Mucha gente disfruta del cine de entretenimiento mucho más que de cualquier otro tipo de cine sin más, sin tratar de buscar esas coartadas intelectuales. Por supuesto no se trata de decir: «Me gusta tal cine pero admito que es una mierda», pues se trataría de una contradicción como un piano, ya que a nadie le parece que ciertas cosas a las que dedica una parte importante de su tiempo sean mierdas; sino de saber disfrutar de lo que ha sido hecho para ciertos fines en la medida de tales fines. En esto los llamados «chonis» son de lo más respetable, no te van a andar con zarandajas para explicarte por qué el cine de arte y ensayo no les va, ni van a tratar de venderte humo sobre la razón por la que puedan disfrutar de una película plagada de efectos especiales (y cuyo mayor valor pueda ser ese).

    En fin, creo que me explicaba mejor en la propia entrada que en esta apostilla y además sospecho que las explicaciones no eran necesarias, pero bueno, ahí queda.

    «Creo que sería interesante hablar del concepto del "Otro" (la reafirmación del yo en los ojos de los demás) y del fenómeno que se está dando actualmente que es una especie de diferenciación sin esfuerzo intelectual, basada en la proyección de una imagen. En definitiva, creo que estás hablando de eso ¿no?». Talmente.

    PopSub

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    1. Un apunte: en mi texto no hablo de «helado de chocolate» sino de «helado» a secas. Me ha traicionado el subconsciente.

      PopSubnormalyPunkIntelectual

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  3. Gracias por molestarte en extenderlo tu explicación.

    Fíjate que a mí la de Kubrick no me gustó mucho, pero también reconozco que la vi hace mucho tiempo y no sé si la vi entera. La verdad es que no la recuerdo. "Star Wars" tampoco me gusta. Ni siquiera "Solaris" de Tarkovski que creo recordar que se da un aire a la de Kubrick. Pero por ejemplo, sí me gustaron "Stalker" de Tarkovski o "La naranja mecánica" de Kubrick. No hay patrón, no tengo coartada :)

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    1. Te respondí ayer, pero ahora veo que por alguna razón el comentario no se guardó. Te decía que haces muy bien en tener un criterio propio y no preocuparte demasiado de si se ajusta a «lo que debe ser». A mí me gustan mucho tanto 'Odisea' como 'Solaris', que de hecho me gusta más que 'Stalker'. Todas las que mencionas me gustan, en cualquier caso, aunque quizá en los últimos años veo 'Star Wars' con cierta desafección. Será la edad. Te recomiendo que leas 'Picnic en el camino', novela en la que se inspiró 'Stalker' y que es de lo mejor de la ciencia ficción. Todo eso te decía en mi respuesta.

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    2. Gracias por la recomendación. La apunto.

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