viernes, 6 de octubre de 2017
un recuerdín
cuando los soviéticos se hicieron con el poder y todas las oportunidades
estaban por aprovechar, se pusieron a la cabeza de Europa en temas como
el arte, la educación, la liberación sexual, etc. artistas que no tenían ninguna
necesidad de ser arribistas, como Kandinsky, que ya ocupaba un lugar en
la historia, acudieron al lugar donde pensaron que había un campo
abierto para el arte como nunca lo había habido antes en ningún sitio:
para practicarlo, enseñarlo y universalizarlo. se trató de una
Bauhaus elevada al cubo, cuando esta ya había perdido todo su encanto
revolucionario, aunque por razones obvias (y no hablo de valor
artístico) la Bauhaus es recordada por todos y aparece en todos los
libros de historia, mientras que aquella etapa artística en la URSS
parece ser simplemente una anécdota para la historiografía generalista.
sin embargo, llegó un momento en que los artistas tuvieron que elegir
entre irse con la maleta a otra parte o dedicar su arte al folletineo y
la cartelería, frente al potencial emancipador del arte que obliga al
público a enfrentarse al arte y a sí mismo. Kandinsky estuvo entre los
que hizo la maleta. los que decidieron quedarse y aún trataron de
producir un arte significativo, a pesar de dar su apoyo político a la
URSS, tuvieron unas relaciones con el poder burocrático nunca exentas de
problemas: Malévich, Ródchenko, Mayakovski… los que se marcharon,
puesto que el rodillo burócrata no podía concebir algo así como una
crítica desde dentro, fueron tildados de artistas burgueses, y el mismo
arte que poco antes había servido a la causa pasaba a ser asimismo
pequeñoburgués, como por arte de magia. porque el disenso no solo había
de ser rebatido, sino que debía ser deslegitimado, de forma que no
quedase lugar a futuros debates, al igual que estaba ocurriendo con
otros debates en ciencia o en filosofía. las discusiones había que
zanjarlas de inmediato y la parte perdedora (que era perdedora desde el
momento en que su opinión no era la del aparato) ser acusada de
capitalista y colaboracionista. y estos breves años marcaron la relación
de soviéticos, postsoviéticos y herederos con el arte, una relación que
se extiende hasta hoy, la relación con una oportunidad perdida que se
niega. pero un artista con conciencia, al igual que un trabajador del
metal con conciencia, sabe que un burócrata chupatintas no puede ni debe
dictar sus pasos, ni tiene legitimidad para decidir si forma parte o no
de esa entelequia llamada vanguardia del proletariado.
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Le pasa en Rusia ahora mismo a Zvyagintsev, le censuran las pelis porque son muy críticas con el país. Por suerte, en el resto de Europa se pueden ver sin problemas. Te recomiendo sus dos últimas: 'Leviatán' y 'Sin amor' :)
ResponderEliminar'Leviatán' está vista; 'Sin amor' la tengo que ver.
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