martes, 5 de diciembre de 2017

stranger magic happens

Decía que si nunca has tenido un artefacto mágico en las manos, entonces prueba a superar el volumen Magia para lectores de Kelly Link, una recopilación editada en 2012 por Seix Barral con cuentos seleccionados de los distintos libros de la autora (Stranger Things Happen, Pretty Monsters y Magic for Beginners en el momento en que se llevó a cabo esta traducción y edición) y otras fuentes, como publicaciones online, revistas o antologías de varios autores. En muchas referencias se toma este libro por traducción de Magic for Beginners, se comprende que por el juego de palabras, aunque bastaría mirar con atención las últimas página para comprobar el origen distinto de cada cuento. No pasa nada, porque la recopilación tiene tanta consistencia como si hubiera sido concebida realmente como un único libro desde el principio. Los cuentos, por otra parte, son bastante largos (de entre 30-50 páginas, más o menos), lo que facilita la tarea de verlos como mundos aislados, casi como si fueran novelillas, de forma que la consistencia, aunque la haya, no es tan importante. Al grano: lo que hace Kelly Link es dar una lección de imaginación y solvencia literaria (dos aptitudes no siempre unidas) de no te menees, y lo hace mezclando cultura thrash, TV, fantasías de plástico, dibujos animados, cuentos de hadas, espada y brujería, trascendencia e intrascendencia adolescentes, vampiros y otros monstruos y recursos literarios audaces, todo sin despeinarse. Se la ha comparado insistentemente con J.K Rowling, comparación que sería acertada si J.K. Rowling molase y supiese escribir, si fuese el triple de audaz y original y escapase a un devenir creador exudante de obviedades. Lo que pasa es que Kelly Link usa el género para la literatura y no al contrario, como tantas veces sucede; lo trasciende para dar forma así a una obra de valor. Si la actual generación del gótico de colores, el ánime y el LOL supiera de su existencia (es decir, si estuviera arropada por un cheque en blanco destinado a publicidad, como es el caso de quienes ocupan el podio que a ella pertenece), se rendiría a sus pies. Pero ojo, mientras que su literatura es claramente generacional, como todo lo que es bueno con todas las letras, es también para que la disfruten los amantes de lo que es bueno. Sin más.
Tendrán un refugio seguro en Kelly Link quienes echen de menos a esos Tim Burton o Neil Gaiman que combinaban sin tapujos la fantasía gótica pop y la alta cultura (sobre todo el segundo, cosas de ingleses) para parir obras para la posteridad con la misma naturalidad que si se hiciera solo (hace, de hecho, tanto tiempo de eso, que parece que ni fue verdad, que la casualidad fue aquello, que Burton y Gaiman son esencialmente manieristas de sí mismos, como si el esplendor anterior fuese solo un paso necesario para la autoimitación de baja calidad y la repetición extenuante, su verdadera meta*). Conste que soy bastante exigente: del primero no me gustó una peli después de Sleepy Hollow (y miedo me da volver a verla, por si acaso) y del segundo solo alguna cosilla después de Sandman (y es que, hoy por hoy, ¿alguien quiere algo de Proust que no sea En busca del tiempo perdido?). Lo que quiero decir es que no me voy corriendo por las paredes cada vez que la fantasía de consumo llama a mi puerta, pero Kelly Link supera la prueba, como otrora hicieran los mentados, y como todos los verdaderos artistas, recoge el testigo de sus maestros de esta historia para llevarlo un poco más allá.


*¿Pero quién soy yo para poner en entredicho la buena vida?

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